Cada año en España caen cerca de dos millones de rayos, provocando importantes daños materiales, pérdidas económicas y, en ocasiones, tragedias personales. El riesgo que suponen el rayo y las sobretensiones para personas, edificios y equipos electrónicos es una realidad que no puede ignorarse. La intensidad media de descarga de un rayo se sitúa entre 20 kA y 30 kA, suficiente para causar graves destrozos en infraestructuras y sistemas eléctricos si no se dispone de una protección adecuada.
¿Por qué es imprescindible una protección integral?
La protección integral es la única estrategia eficaz para salvaguardar tanto la estructura física de los edificios como los equipos y sistemas conectados a la red eléctrica y de comunicaciones. Esta protección no depende de un solo elemento, sino de la combinación de tres sistemas imprescindibles:
- Protección externa: Pararrayos y sistemas de faradización que captan el rayo y canalizan su energía de forma controlada y segura hacia tierra, evitando daños estructurales, incendios y riesgos para las personas.
- Protección interna: Dispositivos de protección contra sobretensiones transitorias y permanentes que salvaguardan los equipos eléctricos y electrónicos frente a los picos de tensión provocados por rayos, conmutaciones o averías en la red
- Sistema de puesta a tierra: Permite dispersar la corriente de las descargas atmosféricas en el terreno. Su eficacia depende de un diseño adecuado y de una monitorización periódica para garantizar que la resistencia de tierra se mantiene en valores seguros.
Si uno de estos elementos falta o está mal dimensionado, la protección global se ve comprometida y la instalación queda expuesta a daños y pérdidas.

Figura 1. Esquema representativo
Daños y costes asociados a la falta de protección
Las consecuencias de una protección insuficiente son significativas:
- El 61% de los daños eléctricos en el hogar se deben a sobretensiones transitorias, mientras que un 25% se atribuye a sobretensiones permanentes.
- Las indemnizaciones por daños eléctricos en España superan los 60 millones de euros anuales.
- En un entorno cada vez más conectado y con instalaciones eléctricas más cargadas, los equipos electrónicos —presentes en prácticamente todos los ámbitos de viviendas y empresas— son especialmente vulnerables a estos fenómenos, lo que puede traducirse en interrupciones de servicios esenciales y un envejecimiento prematuro de los sistemas.
Además, la protección integral no solo protege a las personas y los bienes, sino que también garantiza la continuidad del servicio, reduce los costes de mantenimiento y prolonga la vida útil de los equipos, contribuyendo a la sostenibilidad y reducción de residuos electrónicos.
Tipos de sobretensiones y cómo protegerse
Las sobretensiones pueden ser de origen atmosférico (rayos) o debidas a conmutaciones y fallos en la red eléctrica. Se distinguen dos tipos principales:
- Sobretensiones transitorias: Picos de tensión de corta duración (microsegundos) y gran intensidad, que pueden destruir equipos sensibles.
- Sobretensiones permanentes: Elevaciones de tensión de mayor duración, que pueden dañar equipos y provocar incendios
La protección interna debe incluir dispositivos certificados y adaptados a las características de la instalación, conforme a normativas nacionales e internacionales como la UNE 21186, IEC 61643-11, IEC 63052 y el Código Técnico de la Edificación.
Selección y mantenimiento de los sistemas de protección
No todos los protectores son iguales. Es fundamental elegir productos certificados, con marcado CE y ensayos conforme a normativas internacionales. Además, la instalación y el mantenimiento deben ser realizados por profesionales cualificados, y la puesta a tierra debe ser monitorizada regularmente para asegurar su eficacia a lo largo del tiempo.
En conclusión, la única fórmula eficaz para protegerse frente al rayo y las sobretensiones es un sistema integral que combine protección externa, interna y un sistema de tierra de calidad, todo ello bajo el cumplimiento de la normativa vigente y con productos certificados. Solo así se garantiza la seguridad, la continuidad del servicio y la sostenibilidad de las instalaciones eléctricas modernas.